martes, 9 de septiembre de 2008

VOLVER

Recién estoy poniéndome al día con mi casa y mi trabajo, hay mucho por hacer después de dos meses de fiaca. Pero lo que mas cuesta es recuperar el ritmo, habituarse a los horarios de nuevo y a que todo el mundo espere cosas de vos, llámese desayuno, almuerzo, cena, ropa limpia, casa limpia, a una la hacen añorar la vida de hotel, el solo pensar lo que tengo que hacer mañana ya me dan ganas de volverme.

A mi me encanta la vida de pueblo chico, no se si aguantaría vivir ahí toda mi vida pero cuando puedo pasar una temporada allí, me da tristeza volver. Extraño la tranquilidad, la paz que tienen, extraño dejar el auto abierto en cualquier lado y que nadie te toque nada, dejar la bicicleta apoyada en cualquier árbol y seguir a pie hasta el río y encontrarla a la vuelta, la educación y el respeto con que te tratan, la solidaridad, la amabilidad, en fin todo lo que se perdió irremisiblemente acá. Si a todo eso le sumas la belleza del paisaje serrano puntano, la vuelta se te hace difícil. Y cuando pensas en el recibimiento que te espera acá, definitivamente queres quedarte.

En lo que respecta a mi angelito la encontré con la misma cara de traste triste con que la deje, ¿será que va a mantener esa cara hasta los 30 años? Tampoco es que le haya pasado algo, es la cara de siempre, pero me preocupa esa tristeza que parece no abandonarla nunca, es todo tan dramático para ella, cada inconveniente parece insalvable y nunca pero nunca tiene tiempo para nada.