sábado, 21 de noviembre de 2009

COBARDIA Y MENTIRAS

Acá estamos casi al final del año, uno de los peores de mi vida, pero presentido, anticipado , fue como aunque mi persona no lo sabía, mi cerebro lo anticipaba, cuando a fines del año 2007 me quejaba de haber puesto mi fe en un lugar equivocado no me imaginaba cuánta razón tendría eso pasado el tiempo.
Me defraudaron tantas personas que no quiero ni contarlas, cuando necesite una vos que defendiera mis razones, hubo un completo silencio, no importa que después se disculparan conmigo, pudo más su miedo a hablar con sinceridad en esta “familia” cosa que cayó en desuso hace tiempo, a veces hay que tomar decisiones que pueden no gustarte pero si no las tomas como te miras al espejo luego. Cuando es imperioso decidir defender a alguien a quien supuestamente queres y siempre estuvo a tu lado en las buenas y malas y a solas con ella le das la razón, pero al momento de decidir te quedas callada, eso dice algo de vos, SOS cobarde o tan falsa como el resto.
Ahora que ya estoy alejada de mi familia, solo me quedan mis amigas, de las que siempre recibí un apoyo incondicional, tendré que armarme una familia, pero la voy a tratar de elegir muy bien, nada de falsas ni mentirosas.
Todavía estoy muy dolorida por sus actitudes pero confío en que el tiempo me ayudara a sobrellevar esto solo espero que la persona que más quiero en este mundo no salga lastimada de esta situación.
Como me gustaria dormirme y que me despierten en el 2020 o mejor nunca.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Incoherencias medicas

Toda mi vida fui insomne, desde que recuerdo, cuando tenia 3 años ya me escapaba de noche afuera a jugar mientras todos dormían, mis padres optaron por cerrar con llave las puertas y esconder la llave, para que no me escapara, se daba unos sustos barbaros mi vieja cuando escuchaba ruidos, encontraba la puerta que daba al patio de atrás abierta y yo jugando tranquilamente a las 3 de la mañana en la mas completa oscuridad,¡¡ pareces un fantasma!! Me gritaba y me encerraba de nuevo en el dormitorio. Así pase mi infancia y me acostumbre a la noche, al silencio y a la oscuridad, como no dormía y me aburría comencé a escuchar programas nocturnos de radio, en esos tiempos la tele terminaba temprano, lo único que seguía trasmitiendo era la radio y no recuerdo si todas las emisoras, yo escuchaba un programa que se emitía por continental creo, “el callejero” lo conducía Víctor Sueiro y Fernando Bravo, lo auspiciaba una marca de camisas de hombre que no existe mas creo. Así también comencé a leer, las noches eran largas y en casa se acostaban temprano. Cuando fui mayor y mis problemas con el sueño seguían igual , los médicos que veía ocasionalmente me sugerían tomar algún medicamento para dormir, ya que esto me podía traer consecuencias en el futuro, nunca quise tomar nada , recordaba los días y las noches de mi mama, drogada con pastillas por sus ataques de nervios,( así se le decía entonces)no me convencía, mi ginecóloga una ves me dijo después de una visita de rutina, cuando había nacido mi ultima hija,” mi angelito”, que estaba demasiado cansada, porque no tomaba algo para dormir? Ella me recetaba algo liviano, no te va a dejar en coma me dijo, si tu hija te llama la vas a escuchar, no quise, y así seguí hasta febrero de este año, en que después de tantos problemas, tanto dolor y tanta angustia decidí pedir socorro, la situación empeoraba y yo con ella, la medica que me atiende por mi hipertensión me medico, yo a esa altura tomaba calmantes fuertes porque mi hipertensión es nerviosa o como se dice ahora “emotiva”, la cosa es que me dio unas pastillas con las que dormí 6 horas seguidas todas las noches, un verdadero milagro medico dije yo. El tiempo fue pasando , yo seguía durmiendo muy bien siempre con mis milagrosas pastillitas, en una visita a mi doctora me dice que tengo que ver a un siquiatra , ya que necesitaba de una evaluación siquiátrica porque las pastillas para dormir ,por ser hipnóticos podían tener efectos secundarios , vi a una siquiatra, me hizo la evaluación, me dijo que estoy perfecta y me dio un plan para dejar las pastillas gradualmente, me dijo y cito textual: si viviste toda tu vida sin dormir o durmiendo apenas y no te afecto antes , decile a la doctora que se deje de joder, que no te de mas nada, si estas mal grítale a alguien o rompe algún plato contra la pared, y veni a charlar conmigo en quince días, deje las pastillas y por supuesto deje de dormir.
Me estuvieron jodiendo 30 años los medicos para que tome pastillas para dormir, no entiendo mas nada.

martes, 8 de septiembre de 2009

Reflexiones

Cuando tuve problemas familiares en otras ocasiones, trate de arreglarlos o mejor aun ignorarlos, les seguía la corriente a mi sagrada familia y me hacia la tonta, cosa que me sale bastante bien, soportaba sus mentiras, falsedades, engaños, etc.etc. Como lo más normal del mundo
Ahora no se si será porque estoy tan dolida por su actitud en torno a los problemas que tuve con mi hija mayor primero y después el despropósito que cometieron con la menor, metiéndose donde no debían, desautorizándome, ninguneándome, faltándome a tal punto el respeto como madre, y hasta como ser humano, que ya se me pasaron las ganas de aguantarles nada mas.
Todos siempre pudieron contar conmigo, jamás me metí en su vida y cuando me opuse a algo o a alguien di mis razones, y siempre parecieron entenderlas aunque no estuvieran de acuerdo conmigo respetaban mi decisión; pero cuando a fines del año pasado después del lio con mi angelito mayor les recrimine su falsedad saltaron como si fuera mentira y yo estuviera loca, mi hermana hasta se hizo la ofendida. Hoy después de tanto tiempo, tanta terapia y la distancia, digo sin miedo a equivocarme que yo tenia razón, antes y ahora.
No lo estoy diciendo sin fundamentos, termine tan mal, llorando todo el día o dormida con pastillas, que mi medica me mando al siquiatra, fui , no digo que confiada porque mentiría ,pero me encontré por suerte con una mujer mayor, experimentada y con una forma de tratarme que me gano, comencé yendo 2 veces por semana luego 1 y después me recomendó alejarme lo mas posible de todos y mantener el mínimo contacto, me fui con mi marido y le hacia contestar el teléfono muchas veces a el.
Ahora volví, estoy mejor, mucho mas calma y con las cosas clarísimas, ayer tuve la primera entrevista con mi terapeuta desde mi vuelta , hablamos durante 2 horas, quedaron claras muchas cosas, pero creo que las principales son que no estoy loca y que me toco una familia disfuncional o mas clarito una “familia de mierda” dijo mi siquiatra.

jueves, 30 de julio de 2009

Razones

En mi ultimo post les conté que me iba un poco por trabajo y un poco por vacaciones pero sobre todo me fui por mi propia salud, estaba mal, no encontraba salida a mis problemas y la sicóloga me aconsejo alejarme para así poder ver las cosas con claridad, ya me lo había dicho otras veces pero yo pensaba que cuando volvía mis problemas seguirían esperándome acá.
Esta ves seguí su consejo y acá estoy, en mi pueblito querido, sin nada que hacer solo disfrutar y descansar, si alguna ves tienen la posibilidad de conocer el norte de San Luis no se pierdan Lujan, es bellísimo, tranquilo y aunque ni cine tiene, cuenta con bellezas naturales que no te hacen extrañar nada, un clima divino, unos arroyitos que en invierno están prácticamente secos y el poquito de agua que los recorre tiene un suave murmullo mas efectivo para el alma que el clonazepam.
Mi dia comienza a las 8.30hs, el desayuno: café con leche (yo como siempre me traje mi dolca viajero) facturas y el infaltable jugo de naranja natural, recién exprimido, el fondo del hotel esta debajo de las sierras y allí tienen la huerta y una cantidad enorme de plantas frutales, sobre todo cítricos, luego salimos a caminar por el parque que tiene 5 hectáreas o vamos hasta el dique del rio lujan por el camino asfaltado que nos lleva directamente al dique o por el camino agreste que comienza detrás de una especie de altar donde se hacen las procesiones en semana santa , allí trepando las sierras uno termina en la cima y se ve todo el embalse del dique, hay pastos que pinchan, plantas que tienen espinas bastante afiladas y una cantidad de lagartijas y otros bichos que ni conozco, pero es el camino que mas me gusta , es divertidísimo ver a mi marido un típico señor de ciudad esquivar piedras, espinas y bichos, me encanta.
El almuerzo es siempre una delicia, tienen una cocinera maravillosa, los postres te hacen abandonar cualquier plan de dieta que se te ocurra, luego la siesta, a la que me he acostumbrado casi sin darme cuenta, algún paseo en auto por la tarde, hay que moverse en auto porque hay lugares preciosos pero lejitos, otro día les contare de ellos y la cena, el infaltable café de mi marido y a dormir o ver películas por internet o contarles para que me envidien, besos.

martes, 21 de julio de 2009

Vacaciones!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Me voy a mi querido San luis, a mi pequeñito pueblito de lujan donde he pasado tantos inviernos maravillosas, solo que esta ves, gracias al gobernador Saa, aunque el pueblito tenga 200 habitantes, tienen wifi, por eso voy a tratar de mantenerme en contacto con ustedes mas seguido que otras veces, mi viaje es un poco de todo, trabajo, vacaciones y terapia todo en un solo paquete y si nos quedan unos dias a esquiar en algun lugar en mendoza, pero ya les contare si eso se hace. mi marido ya me esta gritando que tiene todo listo. No quiero irme sin dejar una mencion especial a mis amigas del alma, a mis hermanas del corazon , Alejandra y Alba, ustedes saben como las quiero y el apoyo incondicional de ustedes en mis malos momentos no sera jamas olvidado por mi,me voy, mi marido puso el auto en marcha y amenaza co dejarme aca si no me apuro, hasta pronto y portense bien hasta que yo vuelva.

miércoles, 15 de julio de 2009

OJO, leticia penide, nueva neurotica al ataque

Ayer cuando reviso mis mails me encuentro con uno de una señorita leticia_penide@hotmail.com. yo no la conosco pero en el mail decia ser mi hija,con la que parece me llevo pesimo, y tras dedicarme unas palabras bastante hirientes ceyendo que se las mandaba a su madre ( pobre mina , que joyita de hija le a dado dios!!)me parecio entender que le ofendio recibir esa joya de poesia de Borges que nos hemos estado mandando hace algun tiempo entre las cadenas de mails, Solo con el tiempo. le aconseje que se pusiera en manos de un siquiatra, no le di ni mi verdadero nombre ,ni mi direccion o telefono y por supuesto no me ofreci a atenderla personalmente, a ver si de verdad se cree mi hija esta neurotica.
en las pasadas semanas leyendo el blog de Carolina Aguirre que ustedes ya conocen, lo tengo entre mis bolgs preferidos "la peleadora"encontre vi que a ella le pasa lo mismo, gente que la confunde con otra, gente que se enoja con ella por una pelotudez.
Yo pregunto: con esto del anonimato que logramos a traves de la web, no estaremos creando un nuevo tipo de sociopata que escudado en el anonimato es capaz de decir o hacer cualquer cosa con tal de herir a alguien aunque este no sea el objetivo de su maldad?

lunes, 13 de julio de 2009

Sola

Como se le llama a la persona que ya no tiene a nadie en el mundo en quien confiar.
Como se le llama a la persona que confio en su familia y la defraudaron.
Como se le llama a la persona a la que su propia hija desconoce y da por muerta.
Como se le llama a la persona que despues de haber sido insultada, ninguneada, estafada, traicionada, se le dice que tiene que pedir perdon ella para que todo vuelva a ser como era antes, que tiene que olvidarse de todo y dar el primer paso para que reine la tranquilidad llena de falsedad que siempre hubo.
Como se hace para seguir una relacion normal con la gente que creias que te queria, que pensabas que no te iba a fallar nunca, pero que te traiciono descaradamente, y a la otra, la que se callo la boca para no meterse en lios, porque callarse es asentir, es permitir, es otorgar.
Tengo un dolor tan grande que no tengo palabras para expresarlo,lo unico que quiero se morirme lo mas pronto posible.

jueves, 4 de junio de 2009

MI angelito

Estoy tan triste que no se como salir de esta situacion, mi hija decidio vivir sola, a 5 km. de mi casa, a 15 minutos de colectivo, no se fue a la pampa o cerca de su trabajo o de su facultad, simplemente se fue de mi, se escapo de mi, le dedique mi vida hasta el 21 de mayo, ella fue siempre lo primero, tuvo todo lo que pidio y mas, pero parece que no le alcanso, necesito mas, y me dejo solo una habitacion vacia en la que la puerta esta cerrada, no quiero ver lo que ya no esta, aunque suene estupido , yo lo se, me pregunto que hice mal, porque prefirio irse de la seguridad con la que contaba para largarse sola a una vida para la que tristemente no esta preparada para enfrentar, solo por contar con mas libertad? me odia tanto? su pesima excusa fue que no le gusta el barrio en el que vivimos, eso es suficiente para dejar a tu familia?y el barrio ni lo conocia, ella iva y venia en auto, le haciamos de remis , de cocinero, de laverap, recibia lo que pedia en su cama mientras chateaba con sus amigos, nos acostabamos a cualquier hora para llevarla donde pidiera y despues mandaba un mensaje diciendo la hora para irla a buscar a ella y sus amigos y repartirlos casa por casa, hoy me pregunto quien la aconpaniara a su casa a esas horas en las que vuelve? llegara bien?ni siquiera tiene la costumbre de avisar , y tampoco lo hace ahora, no tiene credito en el celular dice, no le importa nada digo yo.
y para sumar dolor, gente en la que yo confiaba la ayudo en esta locura mientras a mi me lo negaban, y todos la conocen bien , saben de su irresponsabilidad, de su inmadures, de sus errores al momento de tomar deciciones,y nadie absolutamente penso en mi, no significo nada para nadie , nadie tuvo en cuenta el dolor que esto me causaria, o lo que es peor , lo tuvieron en cuenta y por eso lo hicieron.Mi vida era ella y ya no la tengo.

jueves, 7 de mayo de 2009

PatriciaHighsmith

Como ya saben me gustan las novelas policiales o del genero negro, esta autora me gusta porque tanto sus cuentos como sus novelas no resultan tan obvios en su desarrollo como en sus finales. Algunas de sus novelas son: El amigo americano, Crímenes imaginaros, El juego del escondite, y fue autora de aquel estremecedor Extraños en un tren que llevó al cine el genial Hitchcock.
Disfrutenlo.

La tortuga de agua
Víctor oyó la puerta del ascensor, los rápidos pasos de su madre en el hall y cerró el libro de un golpe. Lo escondió debajo del almohadón del sofá y maldijo por lo bajo cuando oyó que el libro se resbalaba entre el sofá y la pared y caía al piso con un ruido sordo. La llave ya giraba en la cerradura.
-¡Viiiictor! -gritó su madre, agitando un brazo en el aire. Con el otro sostenía una bolsa grande de papel madera y de su mano colgaban una o dos bolsitas-. Fui a lo de mi editor y al mercado y a la pescadería -le dijo-. ¿Por qué no estás jugando? ¡Es un día lindísimo!
-Salí -dijo él- un ratito. Me dio frío.
-¡Uf! -la madre descargó la bolsa del almacén en la pequeña cocina detrás del vestíbulo-. Debes de estar enfermito. ¡Tener frío en el mes de octubre! He visto a todos los niños jugando en la vereda. Hasta ese nene que te gusta, creo, ¿cómo se llama?
-No lo sé -dijo Víctor. De todos modos, su madre no estaba prestándole verdadera atención. Metió las manos en el bolsillo de sus pantalones cortos, que ya le ajustaban y empezó a caminar sin rumbo por el living, mirándose los zapatones gastados. Su madre podría haberle comprado zapatos que le quedaran bien por lo menos. A ella le gustaban ésos porque tenían las suelas más gruesas que jamás hubiera visto y la punta cuadrada, un poquito levantada, como botas de alpinista. Víctor se detuvo frente a la ventana y miró el edificio de enfrente, de color tostado. Vivía con su madre en el piso dieciocho, cerca de la azotea. El edificio al otro lado de la calle era aún más alto que el de ellos. A Víctor le gustaba más el departamento donde habían vivido en Riverside Drive. También le gustaba más la escuela de ahí. En la nueva se reían de la ropa que usaba. En la otra se había cansado de reírse de él.
-¿No quieres salir? -preguntó su madre, entrando en el living, mientras se secaba las manos con energía con una bolsa de papel. Se olió las manos-. ¡Puaj! ¡Qué olor horrible!
-No, mamá -dijo Víctor con paciencia.
-Hoy es sábado.
-Ya lo sé.
-¿Ya sabes los días de la semana?
-Por supuesto.
-¿A ver?
-No quiero decirlos. Los sé -los ojos se le pusieron vidriosos-. Hace años que los sé. Hasta nenes de cinco años saben los días de la semana.

Pero su madre no estaba escuchando. Estaba inclinada sobre el tablero de dibujo en un rincón de la habitación. Había estado trabajando hasta tarde la noche anterior. Víctor estuvo en su sofá cama en el rincón opuesto de la habitación sin poder dormirse hasta las 2, cuando ella fue a acostarse en el sofá cama.
-Ven acá, Viiiictor. ¿Ves esto?
Víctor se acercó arrastrando los pies, con las manos aún en los bolsillos. No, ni siquiera había echado un vistazo al tablero esa mañana; no había querido.
-Este es Pedro, el burrito. Lo inventé anoche. ¿Qué te parece? Y éste es Miguel, el nene mexicano que lo monta. Andan y andan por todo México y Miguel piensa que están perdidos, pero Pedro sabe cómo volver a casa todo el tiempo y...
Víctor no escuchaba. Deliberadamente pensaba en otra cosa, acto que había aprendido al cabo de muchos años de práctica. Pero el aburrimiento y la frustración -sabía lo que quería decir la palabra frustración; había leído todo al respecto- le pesaban como una piedra sobre los hombros, sentía el odio y las lágrimas amontonadas en sus ojos, como un volcán a punto de estallar en su interior. Había tenido la esperanza de que su madre captara la alusión cuando le dijo que tenía frío en sus estúpidos pantaloncitos cortos. Había tenido la esperanza de que su madre recordara lo que le había contado días antes, que el chico que había querido jugar, que parecía tener su misma edad, once años, se había reído de sus pantalones cortos el lunes por la tarde. "¿Te hacen usar los pantalones de tu hermano o algo así?" Víctor se había alejado lleno de mortificación. ¿Qué habría pasado si el otro se hubiese enterado de que ni siquiera tenía un par de knickers y menos aún un par de pantalones largos, aunque fueran jeans? Su madre, por alguna razón disparatada, quería que pareciera como un francés y le hacía usar pantaloncitos cortos y medias tres cuartos y camisas tontas con cuellos redondos. Su madre quería que él siguiera teniendo seis años toda su vida. Le gustaba mostrarle sus dibujos a él. "Víctor es mi tabla de armonía -les decía a veces a sus amigos-. Le muestro mis dibujos y sé de inmediato si a los niños les gustarán o no." A veces Víctor simulaba que le gustaba algunos cuentos que en realidad no le gustaban o dibujos que sentía que le resultaban indiferentes, porque sentía lástima por su madre y porque ella se ponía de mejor humor si él le decía esas cosas. Ya estaba cansado de las ilustraciones de cuentos infantiles, si es que alguna vez le habían gustado -en realidad no podía acordarse- y ahora tenía dos preferidos: las ilustraciones de Howard Pyle en algunos de los libros de Robert Louis Stevenson y las de Cruikshan en los de Dickens. Víctor pensaba que era una desgracia para él que fuera la última persona a la que su madre pedía opinión, pues simplemente odiaba las ilustraciones infantiles. Y era un milagro que su madre no se diera cuenta de ello, porque hacía años y años que no había podido vender ninguna ilustración para libros; nada desde Wimple-Dimple. Un ejemplar de ese libro cuya sobrecubierta lucía agrietada y amarilla estaba ubicado en el estante central de la biblioteca en un espacio libre, para que todos pudieran verlo. Víctor tenía siete años cuando se publicó ese libro. Su madre siempre le contaba a la gente que él le había dicho lo que quería que ella dibujase, la había observado hacer cada dibujo, le había dado su opinión y, en fin, la había guiado totalmente. Víctor tenía sus serias dudas acerca de esto, primero porque el cuento era de otra persona y había sido escrito antes de que su madre hiciera los dibujos y, naturalmente, los dibujos debieron adaptarse a la historia. Desde entonces, su madre sólo había publicado unas pocas ilustraciones para revistas infantiles y preparado calabazas y gatos negros de papel para Halloween, la fiesta de las brujas, aunque siempre llevaba su carpeta de dibujos de editor en editor. Su padre les mandaba dinero. Era un rico hombre de negocios que vivía en Francia. un exportador de perfumes. Su madre decía que era muy rico y muy apuesto. Pero él se había vuelto a casar, nunca escribía y Víctor no tenía interés en él, ni siquiera le interesaba ver una foto de su padre. Su padre era un francés con algo de polaco y su madre era húngara francesa. La palabra húngara le hacía pensar a Víctor en gitanos, pero cuando una vez le preguntó a su madre, ella replicó enfáticamente que no tenía nada de sangre gitana. Se había mostrado muy molesta con Víctor por esa pregunta.
-¡Escucha! ¿Cuál te gusta más? "En todo México no había un burro más inteligente que Miguel, el burrito de Pedro." O si no: "Miguel, el burrito de Pedro, era el más inteligente de todo México."
-Creo... que prefiero la primera.
-¿Cómo era? -preguntó su madre, cubriendo con la palma de la mano la ilustración.
Víctor trató de recordar las palabras, pero se dio cuenta de que sólo estaba mirando las marcas de lápiz en el borde del tablero de dibujo. El dibujo colorido del centro no le interesaba en absoluto. No estaba pensando. Esa era una sensación frecuente y familiar en él; había algo emocionante e importante en el no pensar. Víctor sentía que algún día iba a encontrar algo que hablara sobre eso -quizá con otro nombre- en la biblioteca pública o en los libros de psicología que había en su casa y que él hojeaba cuando su madre no estaba.
-¡Viiiictor! ¿Qué estás haciendo?
-Nada, mamá.
-Eso justamente. ¡Nada! ¿No puedes pensar siquiera?
Una ola caliente de vergüenza lo envolvió. Era como si su madre pudiera leerle los pensamientos, acerca del no pensar.
-¡Pero estoy pensando! -protestó-. Estoy pensando acerca del no pensar -su tono era desafiante. ¿Qué podía hacer ella en cuanto a eso, después de todo?
-¿Qué? -su madre inclinó la cabeza negra y enrulada y lo enfrentó con los ojos maquillados entrecerrados.
-El no pensar.
Su madre apoyó las manos llenas de anillos en las caderas.
-¿Sabes, Viiictor, que tienes unas ideas medio raras? Estás enfermo. Enfermo mentalmente. Y eres un retardado. ¿Sabes lo que quiere decir eso? Que tienes la mentalidad de un nenito de cinco años -dijo con lentitud, acentuando las palabras-. Es mejor que pases las tardes de los sábados encerrado. Quien sabe, a lo mejor, si sales, puede pisarte un auto. Pero es por eso que te quiero, mi pequeñito Viiictor. -Le pasó el brazo sobre los hombros y lo atrajo hacia ella. Por un instante, la nariz de Víctor permaneció apretada contra su pecho grande y suave. Ella llevaba su vestido color piel, el que se transparentaba un poco a la altura del busto.
Víctor alejó la cabeza con brusquedad, confundido por las emociones. No sabía si deseaba reír o llorar.
Su madre reía alegremente, con la cabeza echada hacia atrás.
-¡Estás enfermo! ¡Mírate! Mi neniiito, con pantalonciiitos. ¡Ja, ja!
Entonces las lágrimas asomaron en los ojos de él, ¡y su madre se comportaba como si estuviera disfrutándolo! Víctor giró la cabeza para que ella no pudiera verle los ojos. Luego la miró repentinamente.
-¿Te crees que me gustan estos pantalones? A ti te gustan, no a mí, entonces, ¿por qué tienes que burlarte?
-Un neniiito que llora -continuó ella, riendo.
Víctor salió corriendo hacia el cuarto de baño, pero se desvió en el camino y se arrojó de cabeza en el sofá, con la cara contra los almohadones. Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca, llorando pero sin llorar, de una manera que había aprendido con la práctica también. Con la boca abierta, la garganta cerrada, sin respirar por casi un minuto, podía en cierto modo sentir la satisfacción de llorar, hasta de gritar, sin que nadie se diera cuenta. Hundió la nariz, la boca abierta, los dientes en el almohadón rojo del sofá y, si bien siguió oyendo la voz de su madre, el tono burlón y la risa, imaginaba que esos sonidos se iban apagando y alejándose. Se imaginaba que estaba muriendo. Pero la muerte no era un escape; sólo un hecho concentrado y doloroso, el clímax de su no llorar. Luego, volvió a respirar y a oír la voz de su madre.
-¿Me oíste? ¿Me oíste? La señora Badzerkian vendrá a tomar el té. Quiero que te laves la cara y que te pongas una camisa limpia. Y también que le recites algún versito. ¿Qué verso vas a recitarle?
-Cuando me voy a la cama en el invierno -dijo Víctor. Ella le había hecho memorizar cada poema de A Child's Garden of Verses. Víctor dijo el primero que se le cruzó por la cabeza, pero eso le causó problemas porque ya lo había recitado en la última visita.
-¡Dije ése porque no podía pensar otro en el momento! -gritó Víctor.
-¡No me grites! -exclamó su madre, lanzándose hacia él. Víctor recibió una bofetada antes de que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.

Quedó apoyado en un brazo del sofá, de espaldas, con las delgadas piernas de rodillas huesudas extendidas. "Está bien -pensó-, si así son las cosas, así son las cosas." La miró con odio. No iba a hacerle ver que la bofetada le había dolido, que aún le dolía. "Basta de lágrimas por hoy -juró-, basta de no llorar." Terminaría el día, soportaría el té como una piedra, como un soldado, sin pestañear siquiera. Su madre caminaba por el cuarto, toqueteándose los anillos sin cesar, mirándolo de vez en cuando, desviando la mirada rápidamente. La mirada de Víctor estaba fija en ella. El no tenía miedo. Ella podía golpearlo otra vez, pero a él no iba a importarle.
Por fin ella anunció que se iría a lavar la cabeza y se escurrió al baño.
Víctor se levantó del sofá y vagó por el cuarto. Hubiera querido tener un cuarto propio para poder estar solo. El departamento de Riverside Drive tenía tres ambientes: un living, su cuarto y el de su madre. Cuando ella estaba en el living, él podía estar en su dormitorio o viceversa, pero luego decidieron derrumbar el viejo edificio de Riverside Drive. No era algo en lo que le gustaba pensar.
De pronto recordó donde había caído el libro, empujó el sofá y lo alcanzó. Era La mente humana, por Menninger, un libro lleno de historias clínicas fascinantes. Víctor no lo devolvió al estante donde estaba, entre un libro de astrología y otro de Cómo dibujar. A su madre no le gustaba que leyera libros de psicología, pero a Víctor le encantaban; sobre todo los que tenían historias clínicas. Los pacientes hacían lo que querían. Se comportaban con naturalidad. Nadie les daba órdenes. Víctor pasaba horas en la biblioteca del barrio, hojeando los libros de psicología. Estaban en la sección para adultos, pero al bibliotecario no le molestaba que se sentara allí porque se comportaba decentemente.
Víctor fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua. Mientras estaba de pie bebiendo, oyó un crujido en una de las bolsas de papel de su madre. Un ratón, pensó, pero cuando movió las bolsas no vio ningún ratón. El sonido provenía del interior de una de las bolsas. La abrió con cuidado y esperó que algo saltara. Miró el interior y vio una cajita de cartón blanco. La sacó con lentitud. El fondo estaba húmedo. Se abría como una caja de masitas. Al hacerlo, Víctor dio un salto de sorpresa. Se encontró con una tortuga, viva y volcada sobre su caparazón. Las patas se agitaban en el aire, el animal intentaba darse vuelta. Víctor se humedeció los labios y, frunciendo el ceño con concentración, tomó la tortuga por los borde del caparazón con las dos manos, la dio vuelta y la volvió a colocar con suavidad en la caja. La tortuga encogió las patas, estiró la cabeza un poco y lo miró con fijeza. Víctor sonrió. ¿Por qué su madre no le había dicho que tenía un regalo para él? Los ojos de Víctor brillaron, mientras pensaba en sacar la tortuga a pasear, quizá con una correa alrededor del cuello, para mostrársela al que se había reído de sus pantalones cortos. Quizá cambiara de parecer acerca de ser su amigo si descubría que él tenía una tortuga.
-¡Eh, mamá, mamá! -gritó Víctor, apoyado contra la puerta del baño-. ¿Me trajiste una tortuga?
-¿Una qué? -había cesado el ruido de la ducha.
-¡Una tortuga! ¡En la cocina! -Víctor saltaba mientras pronunció estas palabras. De pronto se detuvo.
Su madre había dudado, también. La ducha volvió a oírse. Su madre gritó con voz chillona.
-C'est une terrapène! Pour un ragoût! (*) Víctor comprendió y sintió un pequeño escalofrío. Cuando su madre le hablaba en francés era porque estaba dándole una orden que debía obedecer sin réplicas. De modo que la tortuga iría a parar a un guiso. Víctor regresó a la cocina, con perpleja resignación. Para un guiso. Bueno, ya que a la tortuga no le quedaba mucha vida, ¿qué le gustaría comer? ¿Lechuga? ¿Panceta cruda? ¿Papa hervida? Víctor abrió la heladera.

Sostuvo un pedazo de lechuga cerca de la boca callosa de la tortuga. Esta no abrió la boca, sólo miró. Víctor sostenía la lechuga cerca de los dos agujeritos nasales pero, aunque la tortuga la olió, no mostró ningún interés. Víctor miró debajo de la pileta y sacó un fuentón grande. Lo llenó con dos dedos de agua y con suavidad puso a la tortuga adentro. La tortuga braceó por unos segundos; luego, descubriendo que el vientre se apoyaba en el fondo, se detuvo y encogió las patas. Víctor se puso de rodillas y estudió la cara del animal. El labio superior se encimaba al inferior, dándole una expresión algo testaruda y de pocos amigos, pero los ojos eran brillantes y vivaces. Víctor sonrió cuando los miró con fijeza.
-Está bien, Monsieur terrapène -dijo-, dime qué te gustaría comer y te lo conseguiremos. ¿Quizá quieras un poco de atún?
El día anterior habían cenado arroz con atún y había quedado un poco. Víctor tomó un pedacito con los dedos y se lo mostró a la tortuga. La tortuga no estaba interesada. Víctor miró a su alrededor, pensativo; luego, levantó el fuentón, lo llevó al living y lo colocó en el suelo de modo que el sol diera en el caparazón de la tortuga. "A todas las tortugas les gusta el sol", pensó Víctor. Se extendió en el piso a su lado, apoyado en un codo. La tortuga lo miró un momento, luego con mucha lentitud y con un aire de prudencia y cautela, estiró las patas y avanzó, se topó con el borde del fuentón y dobló a la derecha, con la mitad del cuerpo fuera del agua poco profunda. Quería salir. Víctor la tomó por el caparazón y dijo:
-Puedes salir y dar un paseíto.
Sonrió, mientras la tortuga comenzaba a andar rumbo al sofá. La agarró con facilidad, pues se movía lentamente. Cuando lo volvió a colocar en la alfombra, el animal permaneció inmóvil, como si se hubiera detenido un poco a pensar lo que iba a hacer después, adónde ir. Era de color verde amarronado. Víctor pensó en el fondo del río, y en los océanos. ¿De dónde venían las tortugas? Se puso de pie de un salto y fue a buscar un diccionario a la biblioteca. El diccionario tenía un dibujo de una tortuga, pero era apagado, en blanco y negro, no se parecía en nada al ejemplar vivo. No aprendió nada nuevo, salvo que el nombre era de origen algonquino, que la tortuga de agua vivía en agua dulce o salobre, y que era comestible. Pero él no pensaba comer ninguna terrapène esa noche. Ese ragoût sería todo para su madre, y aunque ella lo golpeara y le hiciera aprender dos o tres poemas más, él no comería tortuga esa noche.
Su madre salió del baño.
-¿Qué estás haciendo ahí?
Víctor guardó el diccionario en su lugar. Su madre había visto el fuentón.
-Estoy mirando la tortuga -dijo, y enseguida se dio cuenta de que la tortuga había desaparecido. Se puso en cuatro patas y miró debajo del sofá.
-No la pongas encima de los muebles. Deja marcas -dijo su madre. Estaba de pie en el vestíbulo, secándose el pelo enérgicamente con una toalla.
Víctor encontró la tortuga entre el cesto de basura y la pared. La volvió a colocar en el fuentón.
-¿Te cambiaste la camisa? -preguntó su madre.
Víctor se cambió la camisa y luego, siguiendo las órdenes de su madre, se sentó en el sofá con el libro A Child's Garden of Verses a aprender otro poema para la señora Badzerkian. Leía en voz apenas alta, para sí; luego las repetía, dos, cuatro y seis líneas juntas hasta que sabía toda la poesía. Se la recitó a la tortuga. Después preguntó a su madre si podía jugar con la tortuga en la bañera.
-¡No! ¿Para que te salpiques la camisa?
-Puedo ponerme la otra camisa.
-¡No! Ya son casi las 16. ¡Sacá ese fuentón del living!
Víctor llevó el fuentón de regreso a la cocina. Su madre sacó la tortuga del fuentón sin temor y la volvió a poner en la caja de cartón blanco. Cerró la tapa y puso la caja en la heladera. Víctor se estremeció un poco cuando ella cerró la puerta de un golpe. Seguramente sería mucho frío para una tortuga ahí adentro. Pero pensó que el agua del río estaba fría de vez en cuando, también.
-Viiictor, corta el limón -dijo su madre. Estaba preparando una bandeja grande con tazas y platillos. El agua estaba hirviendo en la pava.
La señora Badzerkian fue puntual como siempre. Su madre sirvió el té tan pronto como se desembarazó del tapado y el libro de bolsillo de la visitante en la silla del vestíbulo. La señora Badzerkian olía a ajo. Tenía una boca recta y chica, y un fino bigote en el labio superior que causaba fascinación a Víctor, pues nunca antes había visto una mujer con bigote, nunca de tan cerca. Jamás había mencionado el bigote de la señora Badzerkian a su madre, sabiendo que ella lo consideraría una cosa fea, pero curiosamente era el bigote lo que más le gustaba de ella. El resto era aburrido, sin interés e inamistoso. Siempre pretendía escuchar con atención mientras él recitaba, pero él sentía que se movía inquieta, que pensaba en otras cosas mientras él hablaba y que se sentía aliviada cuando terminaba. Ese día, Víctor recitó muy bien y sin titubear, de pie en el medio del living y frente a las dos mujeres, que estaban tomando la segunda taza de té.
-Très bien -dijo su madre-. Ahora puedes comer una masita.
Víctor eligió una masita pequeña con un poco de dulce de naranja en el medio. Mantuvo las rodillas juntas cuando se sentó. Siempre tenía la sensación de que la señora Badzerkian le miraba las rodillas con disgusto. Muchas veces deseó que le hiciera algún comentario a su madre acerca de que él ya era lo suficientemente grande como para usar pantalones largos, pero nunca había dicho nada, o al menos él no lo había oído. Víctor se enteró por la conversación entre su madre y la señora Badzerkian de que los Lorentz irían a cenar al día siguiente. Probablemente el guiso era para ellos. Víctor se alegró de tener la tortuga un día más para poder jugar. A la mañana siguiente le preguntaría a su madre si podría llevar la tortuga a la vereda un ratito, con correa o dentro de la caja de cartón, si su madre insistía.
-... como un niiiño -decía su madre, riendo, echándole una mirada. La señora Badzerkian sonreía con astucia y la boquita apretada.
Víctor recibió permiso para retirarse y fue a sentarse en el sofá en el otro extremo del cuarto con un libro. su madre le estaba contando a la señora Badzerkian que él había estado jugando con la tortuga. Víctor frunció las cejas y miró el libro, simulando que no oía. A su madre no le gustaba que él les hablara a los invitados una vez que le había dado permiso para retirarse. Pero lo que estaba oyendo lo hizo enrojecer de furia.Se incorporó, marcando la hoja que estaba leyendo con el dedo.
-¡No veo qué tiene de infantil mirar a una tortuga! -dijo tartamudeando-. Son animales muy interesantes, son...
Su madre lo interrumpió con una carcajada, pero una vez que la carcajada se desvaneció, dijo con severidad:
-Viiictor, creí que te había dado permiso para retirarte. ¿Correcto?
El dudó, viendo fugazmente la escena que tendría lugar cuando se fuera la señora Badzerkian.
-Sí, mamá. Perdoname -dijo. Luego se sentó y se concentró en su libro otra vez. Veinte minutos más tarde, la señora Badzerkian se despidió. Su madre lo retó, pero no fue un reto de cinco o diez minutos como se había imaginado. Como ella se había olvidado de la crema le pidió a Víctor que bajara a comprarla. Víctor se puso el saco de lana gris y salió. Ese saco lo avergonzaba por llamar la atención, pues le llegaba un poco más abajo que los pantalones cortos y parecía que no tenía nada debajo del saco.

Echó una mirada a su alrededor para ver si encontraba a Frank en la vereda, pero no lo vio. Cruzó la Third Avenue y entró en la rotisería del edificio grande que se veía desde la ventana del living. A su regreso, vio a Frank caminando por la vereda, haciendo rebotar una pelota. Víctor se dirigió directamente hacia él.
-¡Eh! -dijo Víctor-. Tengo una tortuga de agua en mi casa.
-¿Una qué? -Frank tomó la pelota y se detuvo.
-Una tortuga de agua. Te la mostraré mañana por la mañana, si estás por aquí. Es bastante grande.
-¿Sí? ¿Por qué no la traes ahora?
-Porque debo ir a cenar ahora -dijo Víctor. Entró en su edificio. Sintió que había logrado algo. Frank se había mostrado muy interesado. A víctor le hubiera gustado poder bajar la tortuga en ese momento, pero su madre no quería que saliera de noche y ya estaba casi oscuro.
Cuando Víctor entró, su madre estaba en la cocina. Vio una cacerola con huevos y una gran olla con agua en la hornalla de atrás.
-¡La sacaste otra vez! -chilló Víctor, viendo la caja de la tortuga sobre la mesada.
-Sí, voy a preparar el guiso esta noche -dijo su madre-. Por eso es que necesitaba la crema. Queda muy rico así.
Víctor la miró.
-¿Vas... vas a matarla esta noche?
-Sí, querido. Esta noche. -Su madre movió la cacerola con los huevos.
-Mamá, ¿puedo llevarla abajo un minuto para mostrársela a Frank? -preguntó Víctor con rapidez-. Sólo un minuto, mamá. Frank está abajo ahora.
-¿Quién es Frank?
-Es el chico que me preguntaste hoy. El rubio que siempre vemos. Por favor, mamá.
Las cejas negras de su madre se fruncieron.
-¿Llevar la terrapèneabajo? De ningún modo. No seas absurdo, mi bebe. ¡La terrapène no es un juguete!
Víctor trató de pensar en otra forma de persuadirla. Aún no se había sacado el abrigo.
-Tú querías que me hiciera amigo de Frank.
-Sí, ¿pero qué tiene eso que ver con la tortuga?
El agua en la olla grande comenzó a hervir.
-Verás, le prometí que... -Víctor observó que su madre sacaba la tortuga de la caja y, cuando la echó en el agua hirviendo, abrió la boca espantado-. ¡Mamá!
-¿Qué pasa? ¿Qué es ese alborto?

Boquiabierto, Víctor miró a la tortuga, cuyas patas se batían con desesperación contra las paredes de la olla. La tortuga abrió la boca y, por un instante, fijó la mirada en Víctor, arqueó la cabeza hacia atrás con infinito dolor, hundió la boca abierta en el agua hirviendo... y fue el fin. Víctor pestañeó. Estaba muerta. Se acercó más, vio cuatro patas y una cola y la cabeza extendida en el agua. Miró a su madre.
Ella se estaba secando las manos con una toalla. Lo miró y exclamó:
-Diablos. -Se olió las manos y colgó la toalla en su lugar.
-¿tenías que matarla de ese modo?
-¿De qué otro? Así es como se mata a las tortugas y las langostas. ¿No lo sabes? No sienten nada.
El la miró con fijeza. Cuando se acercó para acariciarlo, Víctor retrocedió. Pensó en la boca abierta de la tortuga y, de repente, se le llenaron los ojos de lágrimas. La tortuga lo había mirado y no había podido oírla por el ruido de las burbujas. La tortuga lo había mirado, le había pedido que la sacara de allí, pero él no se movió para ayudarla. Su madre lo había engañado, lo había hecho tan rápido que no pudo salvarla. Retrocedió nuevamente.
-¡No! ¡No me toques!
Su madre le dio una bofetada, con fuerza y rapidez.
Víctor se cubrió la mandíbula con la mano. Después dio media vuelta, se dirigió al ropero, se sacó el abrigo y lo colgó. Fue al living y se arrojó en el sofá. No estaba llorando, pero tenía la boca abierta contra el almohadón del sofá. Entonces recordó la boca de la tortuga y cerró los labios. La tortuga había sufrido. De no haberlo hecho, no hubiera movido las patas a tanta velocidad. Víctor empezó a llorar silenciosamente, como la tortuga, con la boca abierta. Se cubrió el rostro con las dos manos para no mojar el sofá. después de un largo rato, se puso de pie. Su madre tarareaba en la cocina, y de cuando en cuando él oía sus pasos rápidos y decididos mientras trabajaba. Víctor apretó los dientes otra vez. Caminó con lentitud hasta la puerta de la cocina.
La tortuga estaba sobre la tabla de picar y su madre, luego de echarle un vistazo al niño, aún canturreando, tomó un cuchillo, apretó la hoja hacia abajo y le cortó las uñitas a la tortuga. Víctor entrecerró los ojos, pero siguió mirando con fijeza. Su madre separó las uñas de las patas del animal muerto y las dejó caer en la bolsa de residuos. Después hizo girar el cuerpo exánime y, con el mismo cuchillo puntiagudo y filoso, empezó a quitar el pálido caparazón que le cubría el estómago. El pescuezo de la tortuga estaba inclinado hacia un lado. Víctor quería apartar la mirada, pero no pudo. Enseguida aparecieron las vísceras de la tortuga, rojas, blancas y verdosas. Víctor no prestó atención a lo que decía su madre acerca de que había cocinado tortugas en Europa antes de que él naciera. Su voz era suave y tranquilizadora, y de ningún modo se relacionaba con lo que estaba haciendo.
-¡Bueno, no me mires así! -le gritó repentinamente, golpeando el piso con el pie-. ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? Sí, creo que estás loco. Estás enfermo, ¿sabías eso?
Víctor no pudo probar bocado de la cena, aunque el guiso de tortuga se serviría a la noche siguiente, y su madre no pudo obligarlo a comer, aunque lo sacudió por los hombros y lo amenazó con darle otra bofetada. No dijo una palabra. Se sentía muy distante de su madre, incluso cuando ella le gritaba en las narices. Se sentía muy raro, como esas veces cuando tenía ganas de vomitar, pero en ese momento no tenía ganas de vomitar. Cuando llegó la hora de acostarse, tuvo miedo de la oscuridad. Veía la cara de la tortuga en todas partes, con la boca abierta y los ojos desorbitados en una mirada de dolor. Víctor hubiera querido salir por la ventana y flotar, irse adonde quisiera, desaparecer y al mismo tiempo estar en todas partes. Imaginó las manos de su madre atenaceando sus hombros, si lo veía intentando salir por la ventana. Odiaba a su madre.
Se levantó y fue en silencio a la cocina. La casa estaba completamente a oscuras, pero Víctor dirigió su mano con precisión a la hilera de cuchillas y tomó con suavidad la que buscaba. Pensó en la tortuga, convertida en pedacitos, mezclada en la salsa de crema y huevo y jerez en la cacerola dentro de la heladera.
El grito de su madre pareció desgarrarle los oídos. La segunda puñalada penetró en su cuerpo y le perforó la garganta otra vez. Sólo el cansancio lo hizo detenerse y, para entonces, oyó gente afuera que trataba de abrir la puerta. Víctor se dirigió a la puerta, corrió la cadena del pasador y abrió.
Lo llevaron a un edificio enorme, lleno de enfermeras y médicos. Víctor era muy callado y hacía todo lo que le pedían y contestaba las preguntas que le hacían, pero sólo eso. Como nadie preguntó nada de la tortuga, no mencionó el tema.

(*)-¡Es una tortuga de agua! ¡Para un guiso!(N. de la T.)

Notable novelista del género negro, Patricia Highsmith brilla también en los relatos breves. En muchos de ellos, los protagonistas de las siniestras intrigas no son seres humanos, sino animales. El que les dejo hoy es considerado uno de los mejores por su autora.
Los cuentos breves de Highsmith están reunidos en cuatro volúmenes, entre los que se cuenta Crímenes bestiales. En la versión cinematográfica de su novela Extraños en un tren, de 1951, el guión había sido escrito por otro grande de los policiales, Raymond Chandler.

viernes, 24 de abril de 2009

¡Que cansancio!

Como se le dice elegantemente a una madre: metete en tus cosas y deja de joderme la vida¡¡¡, como se hace para que comprenda que ya sabes lo que es bueno o no para tu vida y la de los tuyos y no necesitas que ella se meta para hacer, lo que según ella, es lo mejor para vos aunque a vos no te parezca eso ahora, y encima espera tu agradecimiento eterno. ¿Todas las madres son así o a mi me toco la lotería y los premios?
Siempre supe que para mi familia yo no soy muy normal, porque no soy como ellos, pero no pude cambiar antes y ya estoy algo vieja para eso, ni yo conociéndolos como los conozco los entiendo, porque son tan falsos, se ponen en benefactores y victimas cuando la realidad es que me re cagaron, y tengo que hacerme la idiota y dar gracias porque ellos siempre están ahí para enmendar mis errores.
Ya no me quedan ganas de sentarme a hablar y tratar de que me entiendan, como lo intente otras veces, me harte, que cada cual viva su vida y pague por sus errores, yo no paso por alto nada más.

Filosofia de entrecasa

Hoy a mediodia el locutor del noticiero del canal de telered(canal provincial 14) dijo:
Es mejor prevenir que enterrar muertos.

viernes, 17 de abril de 2009

Una de mis amigas dice : SONRIE SIEMPRE, PARA NO DAR A LOS QUE TE ODIAN EL PLACER DE VERTE TRISTE, Y PARA DAR A LOS QUE TE AMAN LA ALEGRIA DE VERTE FELIZ, parece simple pero no lo es.

viernes, 13 de febrero de 2009

Hola!!!! , como va la vida!!!!!!!!!!!!!
Reaparezco después de bastante tiempo, pido disculpas por no avisar pero ya deberían estar acostumbrados a mis desapariciones.
Esta vez se me juntaron muchas cosas, un viaje de trabajo, mi inseparable depresión, las vacaciones mas aburridas de mi vida, mas trabajo al volver, mas noticias deprimentes, la preparación de otro viaje en días y mi angelito siempre dispuesta a provocarme un infarto.
Si de algo estoy completamente segura es que yo no pertenezco a este tiempo, recuerdan esa frase “paren el mundo que me quiero bajar”, yo la grito cada día, me quiero bajar de esta calesita que enloquece y no lleva a ningún lado, quiero dormirme y despertar en 25 años, cuando mi hijita madure y sea una profesional , con trabajo , familia, hijos, creo que en ese tiempo puede producirse el milagro, porque ahora de lo único que se ocupa aparte de tratarme como si fuera una débil mental , es de perder lastimosamente el tiempo.
Ayer recordábamos con una amiga sus tiempos de colegiala, fue la mejor de su clase durante 9 años, la segunda era una amiga de ella, hoy las dos ya no son amigas sin embargo están en una misma situación, cambiando una carrera tras otra, un trabajo tras otro, sin encontrar el camino. Tenían lo necesario para hacer carreras brillantes y padres dispuestos a todo para ayudarlas y no pudo ser.
Algunos me quieren consolar diciéndome: espera que cuando le caiga la ficha va a entender”, y si no le cae nunca la ficha?, si la maquina se traba como la de los colectivos , o se traga la ficha como los parquímetros?
Los sicólogos dicen que la palabra “adolescente” viene de adolecer, como que algo les falta , adolecen de algo, pero, de que? De sentido común? De responsabilidad? De sentido de la realidad?
Y hasta que edad esta permitido este estado?20 años? 25? 30? 40 quizas?
Tengo 53 años, creo que yo ya no voy a estar presente si ese milagro ocurre.
Antes de despedirme quiero agradecerles a todos los que se preocuparon por mi, enviándome mails, mi casilla estaba siempre repleta de mails nuevos con consejos o simplemente apoyo moral, les agradezco muchísimo a todos, y también a los chicos de Microsiervos que siempre me mantenían al día y a mis compinches de la revista Barcelona que me sacan una sonrisa aun en mis peores días.