Los colores del otoño reflejados en los álamos, el fuego del hogar con las piñas crepitando, la calidez de la madera, todo contribuyo a mi descanso, hacia rato que no disfrutaba tanto de un alto en el camino, yo al contrario de la mayoría voy mucho a la playa en invierno, todo lo que puedo, me gusta mucho mas que en verano con toda la locura suelta por ahí, es entonces cuando uno aprecia la verdadera belleza de un lugar, quizás parezca algo melancólico pero hace bien al alma unos días de silencio, de paz, de pájaros cantando en lugar de escapes de autos o cumbia de vecinos sordos.
Estoy en una época de mi vida en que busco eso, paz, sosiego, calma, atardeceres placidos donde todo pase lentamente.
Tomarme un café caliente sentada en un banco del jardín oyendo solo el cantar de los pájaros.
Gracias Mary.
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