martes, 11 de marzo de 2008

Todo sea por una amiga

Ayer por cuestiones de solidaridad acompañe a una amiga a un barrio que hacia varios años no pisaba, me resulto una de las experiencias mas deprimentes que he tenido.
Que soy bastante quisquillosa en las cuestiones estéticas lo admito, pero el sitio era espantosamente feo, y era el centro de la ciudad, el resto no tuve que conocerlo por suerte. Me dio la impresión de una sala de terapia intensiva, donde los habitantes no están muertos TODAVIA pero andan en eso, todo tan ajado, como lechuga de 3 días, la gente triste, silenciosa, caminando con la cabeza gacha, los únicos sonidos eran los del transito, los locales comerciales, todos de liquidación por supuesto, con carteles donde se leia: liquidación por cierre definitivo y eran tan, tan viejos esos carteles que ya amarilleaba el papel en el que estaban escritos, vidrieras con maniquís vestidos con faldas floreadas y remeras ralladas. Zapaterías con 5 pares de zapatos en exhibición , carnicerías de donde salía un olor a podrido increíble salvo que se halla muerto el carnicero ahí mismo hace una semana y no se dieron cuenta. Almacenes más vacíos que mi alacena después de la visita de las amistades de mi angelito. Y sobre la avenida principal, con luces de colores y fulgurante cartel, un súper chino.
Todo se veía viejo, feo, chato, sucio, y yo debía esperar a mi amiga ahí. Cuando estacione el auto y bajamos, mi amiga, hija de madre de dudosa moral, me dijo: Hay una confitería en la otra cuadra, esperame ahi si queres, igual yo termino el procedimiento rápido y te llamo, cuando ya había recorrido el barrio y me había resignado a la situación decidí ir hasta la confitería, esta se hallaba en un estado deplorable, con telarañas en la puerta, mozo acodado en el mostrador esperando que alguien se atreviera a penetrar en esa cueva, las mesas vacías, con poquísima iluminación y en un silencio sepulcral, si mi marido hubiera estado conmigo hubiera dicho “siempre te quejas que la música esta tan alta que no se puede hablar”.
Me volví al auto y en 2 minutos llamo mi amiga, que ya había terminado y volvía, me pregunta: ¿estas en la confitería? Le conteste educadamente que la esperaba en el auto.
Cuando se despidió de la gente que la acompañaba y entro al auto, arranque cerré las ventanillas y la insulte al menos 5 minutos, ella se rió la mitad del viaje, me dijo al final: perdoname, la verdad es que ni yo me acordaba que era tan feo.
Yo me preguntaba después si alguien puede ser feliz viviendo en un lugar así, yo se que no podria.

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